María Cenobia Izquierdo Gutiérrez nació en San Juan de los Lagos, Jalisco, el 30 octubre de 1902, y después de cursar sus estudios, su obra consistió en pinturas de la corriente surrealista que marcó época por el arte impreso donde presentaba naturalezas muertas, retratos y paisajes mexicanos, con el uso de colores intensos que vino a abonar a la imagen social, y con ello ayudó a configurar el rostro de este país, lo cual también se le reconoció en el extranjero, en donde una mujer expuso por primera vez: es allá donde se encuentra la mayor parte de sus pinturas.
En 1927 ingresó a la Academia de San Carlos en donde estudió durante un año. En ella tuvo a algunos maestros como Germán Gedovius y a Manuel Toussaint, aunque cabe mencionar que la influencia más profunda la obtuvo de Rufino Tamayo. Se le reconoce por ser la primera mujer mexicana en exponer sus obras fuera de este país, en 1930. Su primera exposición tuvo lugar en el Art Center de Nueva York.
En el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México había una galería de arte atendida por Carlos Mérida y Carlos Orozco Romero, en la que se llevó a cabo la primera exposición de María Izquierdo, la cual fue muy comentada por las publicaciones de la época. La introducción al catálogo fue escrita por Diego Rivera, quien era ya director de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En ese texto plasmó el gran desarrollo que había tenido la joven pintora, a la cual definió como una de las personalidades más atrayentes del panorama artístico y uno de los mejores elementos de la academia, considerándola “un valor seguro; seguro y concreto”.
La crítica de arte Raquel Tibol, en su ensayo El muralismo de María Izquierdo, acto fallido, publicado en la revista Proceso en 1979, señaló que: “Lo más relevante de su obra es aquella teñida de sueño y enigmas, donde los objetos y las partes son ordenados para perder relación con la realidad y ganarla con la metáfora. Ahí está ese delicioso Paisaje de 1935, donde una cebra observa filosóficamente el movimiento de un tronco en el río, un dirigible en el cielo y un barco en el mar; todos se alejan en la misma dirección, mientras el animal aparece tan plantado en tierra como la torre de petróleo que tiene a su izquierda. Las perspectivas fugadas con postes de luz, troncos o muros enigmáticos, planteadas para acentuar la incongruencia con las composiciones en primer plano, como en Naturaleza muerta con pescado (1946), enriquecieron el capítulo del surrealismo en México, el cual abundó en caracteres nacionalistas y popularistas, poniendo con frecuencia (María Izquierdo lo hace) acentos de humor sin retorcimientos, aunque entrañablemente poético”.