ARTURO SOUTO "ARTURO SOUTO FEIJOO" [Pontevedra 1902 - México 1964]
El más importante, europeo primero y universal al fin, de los pintores gallegos, nace en Pontevedra, en julio de 1902, hijo del magistrado y pintor Alfredo Souto Cuero, que fue su primer maestro. Los diferentes destinos de su padre le llevan a vivir en Oviedo, Zaragoza, Lugo y A Coruña, hasta que se establece en Sevilla, en 1920. El muchacho quiere ser pintor, pero el padre le inclina por una carrera más positiva, y cursa estudios de Aparejador. Todos los años pasan el verano en Galicia, y los ambientes rurales y marinos influirán decisivamente en la inicial visión plástica de Arturo. De todas maneras, el incipiente artista busca ambientes cerrados para sus espléndidas acuarelas, como son los cafés cantantes e incluso las casas de lenocinio, apasionado por la figura femenina y en concreto por el desnudo. En 1922 se instala en Madrid e ingreso en San Fernando, donde coincide con Dalí y otros artistas de posterior renombre. Aficionado a las tertulias, convive con escritores e intelectuales y traba amistad con Valle Inclán.
Hace el servicio militar en Vigo y realiza su primera exposición en 1925, año en el que participa en el Manifiesto de Los Ibéricos, con un grupo de inconformistas con el adocenado arte oficial de la España de aquel tiempo, que no quiere saber que existen Picasso, Juan Gris, Julio González, Gargallo y otros avanzados. En el grupo están Alberto Sánchez, Alberti, Manuel Angeles Ortiz, Bores, el vigués José Frau. La exposición de este grupo, en el Palacio del Retiro, constituye un grito y una revolución. La corta pensión paterna la amplía Arturo Souto decorando porcelanas, y consigue dinero para su primer viaje en París, en 1926. El segundo, en 1928, becado por la Diputación de Pontevedra. Se entusiasma con las nuevas corrientes estéticas de la capital francesa. Trabaja intensamente y se interesa por Giorgio de Chirico, cuya influencia acusará. Regresa a España, participa en colectivas importantes y realiza muestras en 1929 y en 1930. Todas las técnicas le son accesibles: pastel, gouauche, acuarela, óleo.
Un esteticismo dandi y un poco decadentista preside la obra de esta época. Por medio del médico y poeta Luis Pimentel, del grupo "Ronsel", el Círculo de las Artes de Lugo le encarga seis paneles para sus salones. Obras magníficas, donde está ya toda la personalidad del gallego. Viene la república y Souto se identifica con ella, significándose políticamente, al firmar el Manifiesto dirigido a la opinión pública y a los poderes oficiales. Conoce bien a pintores vascos, con alguno de los cuales, como el malogrado Aurelio Arteta, se identifica temática y técnicamente. Se suceden sus exposiciones, en Madrid, Bilbao, A Coruña, Vigo. Su obra salta fronteras y se muestra en Cophenague y Berlín. En 1934 obtiene el premio de Roma, donde permanece hasta 1936, en cuyo mes de julio, encontrándose en Madrid, le sorprende la revuelta militar que deriva en guerra civil. Souto participa activamente en la propaganda republicana con dibujos y carteles. En 1937 asiste al congreso internacional de escritores que se celebra en Valencia y expone en la Internacional de París, en el pabellón diseñado por Sert donde está el Guernica de Picasso, a quien ha conocido un par de años antes.
En 1938 expone en Bruselas y es elogiado por el gran pintor James Ensor. Concluye la guerra, con la derrota republicana, y en 1939, desde Valencia, Souto parte para el exilio. Se detiene en La Habana, donde expone, y después va a Nueva York, Los Angeles, Filadelfia. En 1942, por mediación de su amigo el diplomático y poeta Torres Bodet, se traslada a México, donde inmediatamente celebra su primera exposición y lo hará muchas veces, identificándose parcialmente con modos autóctonos que parten de los grandes muralistas. En 1962 cruza el Atlántico, desembarca en Vigo y celebra una exposición en la desaparecida sala Velázquez. La muestra es un fracaso. Sus antiguos amigos apenas le hacen caso. Profundamente defraudado, recoge la obra, reniega de esas amistades y expone en Madrid, Bilbao y Compostela. Permanece en España hasta principios de 1964. En marzo regresa a México. Pintando, lo que le apasionaba y hacía magistralmente, fallece el 3 de julio siguiente.
Su obra se ha extendido por el mundo. Figura en Museos de España y de América. El de Vigo adquiere un magnífico lote de casi una veintena de lienzos, para dedicarle una sala monográfica. Con motivo de la Bienal de Pontevedra, de 1984, se celebra una gran exposición antológica de pintor, que se repite en Vigo, en 1988. Souto tiene muy diferentes etapas como pintor. Se inicia en un modernismo decadentista, elegante y mundano. La sucede otra muy francesa, con influencias que van de Bonnard a Toulouse Lautrec. Salta a la italiana, que recuerda a Chirico, y se entusiasma con el arte japonés, del que da una visión muy personal, de colorismo exquisito y exultante. La etapa americana es mucho más neutra de color, de intención racista, hierática, influida por el muralismo indigenista. En medio, siempre, un pintor prodigioso, de mancha nerviosa, barroquizante, muy moderno, capaz de captar los más variados ambientes, desde las fiestas populares al mundo del mar y de la mitología. Sus desnudos femeninos poseen una exquisitez suprema, en un ámbito lúdico e intimista. Si folkloriza, siempre hay gran pintura en los asuntos más tópicos, que recuerdan vagamente a Vázquez Díaz. En definitiva, cien pintores en un artista excepcional, superdotado, el más universal de cuantos haya dado Galicia.
Ref.- novacaixagalicia