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BENJAMIN PALENCIA

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Benjamín Palencia nació el 7 de julio de 1894 en Barrax, Albacete.
En 1909 se traslada a vivir a Madrid, donde entró en contacto con Rafael López Egóñez, que se erigió en una especie de protector o mecenas del joven pintor. En Madrid asiste a las clases de Elías Tormo.

Se mantuvo al margen de la formación académica y oficial. Nunca quiso estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, principal foco de aprendizaje para numerosos artistas durante aquellos años, ya que la formación académica y tradicional que allí se impartía nada tenía que ver con su manera de entender el arte. Realiza durante algunos años copias en el Museo del Prado, especialmente de Velázquez y El Greco. Empieza a pintar sus primeros óleos y a viajar por España.


En 1916 conoce al poeta Juan Ramón Jiménez, que se había interesado por las obras presentadas en una exposición. Gracias a él entra en contacto con otros escritores y artistas.

Probablemente en 1917, pinta una serie de óleos en cada uno de los cuales trata el tema de la figura humana con cierto carácter arquetípico: El atleta, Futbolista, etc. En 1918 pinta paisajes en el País Vasco y en Madrid, varios óleos sobre temas urbanos. Hacia 1920 sus obras tienen una temática propia de la tradición y cultura española, como son: La celestina, Los toreros.

Entre los años 1920 y 1922 realiza las Series de Pinturas sobre careto con figuras de muchachos o bodegones, con una vibración del espacio relacionada con el impresionismo y ya con influencia cubista.
 Hacia 1924 realiza bodegones influidos por el cubismo. En estos años conoce a los poetas Rafael Alberti y a Federico García Lorca, con este último colaborará realizando acertados figurines para algunas obras teatrales del granadino. También  tratará con artistas como Salvador Dalí, Pancho Cossío, Bores, Alberto Sánchez y Ucelay. Con Bores y Dalí acude a la Academia Libre.
 En 1925 forma parte del grupo de artistas participantes en la Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos en el Palacio de Velázquez del Retiro de Madrid, uno de los acontecimientos clave para el arte español en la primera mitad del siglo XX. En esta muestra cosechará un gran éxito de crítica, consolidándose como parte esencial de la vanguardia del momento.
 Los bodegones y las naturalezas muertas que Palencia realiza durante estos años muestran reminiscencias cubistas. No obstante, esta tendencia hacia la geometrización se combinará con signos inequívocos del nuevo realismo que se estaba produciendo en la obra de numerosos artistas adscritos a las primeras vanguardias y se conoce como retorno al orden. Es a partir de su estancia en París cuando la obra de Palencia adquiere tintes surrealistas, mostrando progresivamente una mayor libertad expresiva. En 1926 pinta los decorados y figurines para La pájara pinta, obra teatral de Alberti. También durante este mismo año se traslada  a Alicante y más tarde a Altea, donde pintará importantes paisajes.

 Durante su estancia en París realiza largas escapadas a España que se prolongarán hasta 1928. Allí comparte algún tiempo el estudio con Cossío. En él se reúnen algunos de los artistas de la Escuela Española de París relacionados con Picasso: Bores, Ortiz, Peinado, de la Serna, Ucelay, etc. Asiste a las clases de dibujo con modelo de la Grande Chaumière. Conoce, entre otros, a Picasso, Miró, Braque, Cocteau, Gargallo, Manolo, Tériade y Zerbos.
 Hacia 1927 introduce una progresiva abstracción en los bodegones, además de trabajar, entre otros temas, el desnudo,  y de pintar paisajes con una modernidad derivada del cubismo. Ese año, gracias a las escapadas desde París, inicia con Alberto Sánchez las salidas al pueblo de Vallecas, a las afueras de Madrid.

 En 1928 se asentó en Madrid, donde se relaciona sobre todo con los poetas que ya conocía, como Alberti y Lorca, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Jorge Guillén o Salinas, entre otros.

 Entre 1929 y 1930 inicia una nueva etapa marcada por el surrealismo. En las pinturas abstractas emplea materiales nuevos, sobre todo arenas. A principios de los años treinta Palencia escribe el ensayo Giotto, raíz viva de la pintura, trabajo que publicará en 1934.
Sindesligarse en ningún momento de la figuración, Palencia comienza a introducir en sus composiciones ciertas referencias abstractas como el empleo de signos o ideogramas de inspiración surrealista que nos remiten a mundos prehistóricos imaginados, lo que pone de manifiesto su pasión por lo primigenio y lo primitivo.


 En julio de 1932 comienza la itinerancia del grupo teatral La Barraca, creado por García Lorca e inserto en el proyecto de las Misiones Pedagógicas impulsado por el gobierno de la II República. En 1934 Palencia es nombrado director artístico de la mítica compañía teatral y realiza decorados y figurines para diversos estrenos. Entre los años 1936 y 1939, durante la Guerra Civil, permanece en Madrid: primero en su casa de la calle Martín de los Heros, pero la proximidad al frente le obliga a trasladarse al estudio de la calle Sagasta, 19. Consigue transportar sus obras, aunque un incendio provocado por un bombardeo había quemado algunos dibujos. El piso de Martín de los Heros queda precintado, protegido por el Ministerio de Instrucción Pública.

Tras la Guerra Civil, Palencia inicia un periodo que culminará en la dedicación al paisaje, con un cromatismo casi fauvista y sin elementos figurativos más que de forma eventual. Hacia el año 1939 su obra deriva definitivamente hacia un realismo caracterizado por los paisajes castellanos.

 Entre los años 1939 y 1942 se desarrolló la segunda Escuela de Vallecas, de la mano de un grupo de jóvenes artistas: Álvaro Delgado, Gregorio del Olmo, Enrique Núñez Castelo, San José y Carlos Pascual de Lara. Salían dos o tres veces por semana y pintaban en Vallecas y sus alrededores. De este modo, Palencia se convierte en uno de los artífices del resurgimiento del paisaje castellano.

Ahora el paisaje es representado con una estética próxima al surrealismo, a lo que se unirá una novedad: el empleo de materiales extraídos del propio paisaje, un tanto inusuales en la práctica pictórica hasta el momento, por lo que esta tendencia se ha calificado como surrealismo telúrico.

En 1946 inicia una nueva época en su obra, caracterizada por una mayor libertad formal y un color encendido de raíz fauve. Es la tónica que, con las variaciones introducidas hacia 1955, mantendrá en su obra: el uso del paisaje, aunque también a veces representará pueblos, casas, castillos, vistas de ciudades de Castilla, así como la figura de campesinos o el bodegón.
 En el año 1954 muere Rafal López Egóñez, hecho de gran trascendencia ya que estaba muy unido a el, tanto por haber sido su mecenas desde la adolescencia, como por lo que había vivido junto a él desde niño. Hacia 1955 acentúa la composición mediante el uso de grandes elementos y el color se intensifica, tornándose más fogoso e incluso violento. Pierde importancia visible el dibujo y las formas adquieren valores que podemos llamar escultóricos. Durante la segunda gran etapa de su vida, hasta su muerte, Benjamín Palencia llevará a cabo numerosas exposiciones en España y en el extranjero.

Igualmente, se sucederán los homenajes y el reconocimiento público a su larga carrera en todo el mundo. Habrá alcanzado una gran madurez, expresándose con total libertad y trasladando al paisaje logros y hallazgos de etapas anteriores. Su preocupación por la luz, el abandono de los convencionalismos, la distorsión de los planos reales para elaborar un juego de volúmenes y colores explosivos, serán el reflejo de una obra de gran imaginación, que llega a alterar la concepción clásica del paisaje. Sus últimos trabajos completan el lienzo con gran rotundidad, parecen reflejar la huida a un vacío o abismo inevitable, algo que acabará convirtiéndose en  una característica común en sus últimas pinturas.

En el año 1974 ingresa en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y, unos años después, forma parte de la de San Jorge de Barcelona. Finalmente, recién inaugurada la que será su última exposición en la Galería Biosca de Madrid, Benjamín Palencia muere un 16 de enero de 1980, a los ochenta y cinco años de edad.
  
 Información- Catálogo Artium

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