( Santiago de Compostela, 1934 )
Ausente habitualmente de su tierra natal, es uno de los artistas de más intensa personalidad entre los que han rebasado en medio siglo de edad. Comenzó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal, en la que fue discípulo de González del Blanco y de Asorey.
A partir de 1956 vive en Madrid, donde asiste a las clases de dibujo del Círculo de Bellas Artes y trabaja como escultor, faceta de su arte menos conocida, pero de indudable importancia. También trabajó en el taller del grabador Dimitri Papageorgius, donde se decanta la exquisitez de su técnica, digna de los maestros flamencos del XVII y XVIII.
Ha realizado exposiciones en numerosas ciudades de España y de Europa. Trabajó como restaurador en la catedral de Friburgo. Está en posesión de diversos premios y se encuentra representado en los Museos de Galicia.
Cauloga es, en apariencia, un hiperrealista, aunque siempre es capaz de dotar a su pintura de un peculiar misterio de evanescencia. Domina la técnica de modo admirable, y en sus cuadros de pequeño formato hay esa maestría inconfundible de lo bien hecho, con sensibilidad.
Las gamas calientes son sus preferidas. Compone muy bien, porque es un magnífico dibujante. Como escultor demuestra que junto a la minuciosidad de sus morfologías late siempre un espíritu creativo, que lo aproximan a Julio López y a Antonio López García.
Afundación