( Vigo, 1874 - 1961 )Buen oficio, pasión por la luz y el color, en Pereira Borrajo hay un pintor que gozó de justa fama, posteriormente cayó un tanto en el olvido y ahora comienza a ser recuperado justificadamente. Se formó en Madrid, donde fue discípulo del valenciano Joaquín Sorolla, de quien aprendió a valorar los efectismos de los contraluces y una considerable alegría, claro que bastante más limitada, de la mancha amplia, de la pincelada directa y enérgica.
Concurrió reiteradamente a las exposiciones nacionales de Bellas Artes, en las que obtuvo menciones honoríficas en las ediciones de 1904, 1906 y 1908. Sus paisajes lograron grandes elogios en la Exposición de Arte Gallego realizada en Madrid en 1912. Cultivó todos los géneros, desde el retrato al paisaje y la composición de figuras. En todos ellos es el mismo pintor seguro, sobrio pero nada pacato, a veces inevitablemente cerca de un folklorismo, imperante en su época, la del primer cuarto del siglo XX, al que se aproximaron tantos artistas notables, desde el citado Sorolla a Zuloaga, Sotomayor, Benedito, Romero de Torres o Anglada Camarasa.
Vigo le debe a su pintor excelentes interpretaciones de su paisaje urbano o marinero, y excelentes retratos de personajes que son parte de su historia. Pereira Borrajo está representado en museos de Galicia, entre ellos el de Castrelos, en Vigo, y en colecciones institucionales. Resulta imprescindible en cualquier antología de la pintura gallega post romántica y realista.
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