(“pinto en gallego, razón por la que no puedo ser realista”
Un artista gallego que une, posiblemente como ningún otro, a las dos principales ciudades gallegas. Urbano Lugrís nació en A Coruña en 1908 y murió la víspera de Nochebuena en Vigo en 1973.
Sus murales decoraron tabernas e iglesias mientras su autor, un tipo alto, de voz grave y vida excesiva en torno al que gravitaba un grupo de intelectuales que, como él, habían optado por no exiliarse, burlaba los días grises de la dictadura entre juergas en tascas y bares de alterne. A la par, aceptaba trabajos que no le dieron la mejor fama política pero sí para comer caliente: fue el encargado de decorar el yate de Franco, el Azor.
Lo mismo decoraba los camarotes del Azor que pintaba un par de tablas con motivos de El Quijote para tapar la puerta del váter de la Librería Cervantes, o establecimientos como el Gran Hotel de Vigo que regentaba el productor de cine Cesáreo González, el bar de la Casa del Pescador de Malpica (A Coruña) o el comedor de empleados de la fábrica Massó en Bueu (Pontevedra). Los Massó, empresarios conserveros, le encargaron también una intervención en su capilla privada y una pieza especialmente valorada para su vivienda, el Políptico de la Navegación: 36 azulejos del mismo tamaño y un tríptico central mayor que representa la evolución histórica de los medios náuticos.
Un artista polifacético (poeta, pintor, muralista, decorador) que acabó sus días en Vigo (la llamaba “Xouba City”) en el olvido y la indigencia.
YO CONOCÍ A LUGRIS
"il y a un petit cadeau pour vous, mon amie" le dijo Elorrieta. Lugrís lo miró de arriba abajo y cogiendo el paquete respondió: "Pederastaaaa"
Paseaba en soledad por Vigo, con su eterno piuma d'oro. Un hombre grande, tanto de aspecto como de mente. Sus manos! Aquellas manos enormes ¿como podían hacer aquellas miniaturas?
Mi padre le había pagado un cuadro con un cheque. Una noche, ya tarde, se presentó en casa. Mi madre le pidió que pasara y que se quedara a cenar. El la miró y dijo: "No señora, solo he venido para comunicarles que he perdido el talón". Mi padre lo tranquilizó diciendole que no tenía importancia que lo daría de baja y le haría otro. -"Entonces me voy señores" dijo. Mi madre preocupada insistió que se quedara y el muy solemne dijo- "No vengo vestido de etiqueta"- Lola, mi madre, no entendiendo la "retranca de Lugris" seguía insistiendo - "Pero si esta casa es muy humilde, si aqui nadie va de etiqueta, que esta es una casa de todos".....Lugris ya furioso exclamó: SEÑORA, LA CASA DE TODOS ES LA CAMARA DE LOS COMUNES, y dandose la vuelta empezó a bajar las escaleras de los cuatro pisos. Lola, asomó la cabeza por el hueco y como había notado que Lugris había tomado alguna copa, advirtió: "Don Urbano, tenga cuidado que las escaleras están húmedas y puede resbalar"- "SOLO HE TENIDO UN RESBALON EN MI VIDA, SEÑORA, Y NO CREO QUE SE REPITA"- Respondió Lugris.
Yo temía encontrarme con él... podía ignorarte mirando un escaparate o hacer el ademán de ponerse de rodillas a modo de saludo.
Cuentan que un día apareció un indiano por la pequeña taberna que había al lado del Pilar, no recuerdo su nombre... Saludó a Urbano con afecto y comenzó a hablar de sus logros en América. De su coche descapotable, de sus comidas en buenos restaurantes y de un nuevo todadiscos AMERICANO, lo mejor del mundo. Urbano con voz temblorosa le decía que aquí tambien había cosas buenas...- Que dices, Urbano! nada comparable con el estilo de vida americano...Bueno, aquí tenemos "la voz de su amo" balbuceó Lugris.
Oye, ¿tienes discos? Gritó Lugris
Pues claro, los mejores, contesto el paisano
¿El tocadiscos funciona con pilas? Indagó Lugris
-Pues claro, con corriente y pilas ¿Por qué preguntas?
-Podríamos ir a dar una vuelta en ese coche maravilloso y escuchar música...sugirió Lugris
Ya en Samil, con música a todo volumen, Lugris emocionado comenzó a lanzar discos al mar
¿Que haces Urbano? Gritaba el indiano
Lugrís, como volviendo de un sueño se disculpaba...
Perdonaaa, con ese coche americano, esos discos tan maravillosos, esa música, disculpa, me sentí el discóbolo
Y llegó aquel invierno de 1973. ¿Donde está Lugris? Se preguntaban los artistas en el Eligio. Está en el hospital, está hibernando. Dijo uno. Todos se quedaron tranquilos, allí estaría caliente...
Mis padres fueron a visitarlo. Estaba en el hospital provincial. Lo encontraron con las manos juntas y los ojos entornados. Mi madre lo saludó y el le hizo un gesto para que se callara. En la sala se oía el rezo del rosario. Mis padres sorprendidos esperaron a que se acabara la oración...."Estas hijas de puta de las monjas están todo el día rezando" Rugió Lugris. "Tengo esta cartera entre las manos para que no me la roben"- Abriéndola le enseñó unos billetes a mis padres. El día de NOCHEBUENA URBANO LUGRIS abandonó este mundo y sus miserias, el dinero que había en su cartera se lo dejó a la monja.