P. S. Krøyer
Los países nordicos son la cuna de un lenguaje pictórico que a finales del siglo XIX y principios del XX se traducía en obras de extraordinaria belleza poética, de escenas domésticas silenciosas, paisajes de luz blanca y atardeceres tempranos. La armonía también gestaba un estilo que, aunque en consonancia con las corrientes del resto de Europa, comenzaba a ser propio.