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JOSÉ VILLEGAS CORDERO

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Villegas Cordero, José. Sevilla, 26.VIII.1848 – Madrid, 10.XI.1921. Pintor.
Hijo de un modesto barbero, José Villegas recibió una sumaria educación orientada en su adolescencia hacia la pintura, pese a la oposición paterna, ya que su progenitor no veía futuro para su hijo en el ejercicio de dicha actividad. 


En 1862 entró como aprendiz en el taller de José María Romero pintor de retratos de la burguesía y aristocracia sevillana y también creador de escenas costumbristas y de pinturas religiosas; al mismo tiempo, se inscribió como alumno de la escuela de Bellas Artes sevillana donde destacó enseguida merced a sus innatas dotes artísticas. Convencido de la angostura de los criterios artísticos que se impartían en dicha escuela, Villegas aspiró muy pronto a marcharse a Madrid para complementar su formación, lo que llevó a cabo en 1867, después de cuatro años de estudios sevillanos. En Madrid acudió de inmediato al Museo del Prado donde se entusiasmó con el arte de Velázquez, al que se dedicó a copiar con especial delectación. La pincelada suelta y espontánea reflejada sobre todo en las postreras obras velazqueñas y también su sentido de la luz y del color le subyugaron especialmente y contribuyeron a elevar su técnica de forma muy sensible.


Después de una breve estancia madrileña, Villegas regresó a Sevilla, pero lo hizo ya con la idea determinada de abandonar pronto su ciudad natal para viajar a Roma donde aspiraba a culminar sus conocimientos y a iniciarse en el ejercicio de la pintura con grandes pretensiones. Tras otra breve estancia en Madrid, donde siguió copiando en el Prado a los grandes maestros de la historia de la pintura, tomó camino de la ciudad eterna.


La estancia de Villegas en Roma se inicia a mediados de 1868 y allí fue bien recibido por artistas españoles como Eduardo Rosales, que le ofreció compartir su estudio y que un año después, al regresar el maestro madrileño a España, pasó a ocupar él solo. El tener estudio propio en Roma, facilitó la carrera artística de Villegas, quien muy pronto intentó alcanzar una fama pareja a la que allí disfrutaba Mariano Fortuny, a quien admiraba profundamente y a quien había conocido años antes en Madrid.


Muy pronto Villegas obtendría en Roma la recompensa a sus aspiraciones, puesto que enseguida encontró a coleccionistas y anticuarios que se interesaron por sus obras, lo cual le permitió forjar una clientela internacional que compraba directamente sus pinturas en su estudio a precios satisfactorios, que se elevaban a medida en que sus creaciones eran premiadas en las sucesivas exposiciones internacionales a las que se fue presentando. Todo ello movió a los principales marchantes parisinos a ofrecerle ventajosos contratos para trabajar para ellos. Villegas siguió residiendo en Roma aplicándose desde entonces al ejercicio de una pintura de moda en aquellos momentos, generalmente de pequeño formato, ejecutada con una técnica preciosista en la que trataba temas históricos, escenas costumbristas, paisajes o retratos.


La muerte de Fortuny en 1874 le convirtió en el pintor español más popular en Roma, merced, sobre todo, a que en 1898 fue nombrado director de la Academia Española de Bellas Artes de esta ciudad, perdurando su prestigio allí hasta su regreso a España en 1901. Al regresar a Madrid fue nombrado director del Museo del Prado y también de inmediato académico de Bellas Artes de San Fernando. En la capital se incorporó al mundo literario y artístico, convirtiéndose en una de las principales figuras de la intelectualidad, al tiempo que se le consideró el pintor de moda. En efecto, la alta sociedad madrileña y especialmente las damas suspiraban porque Villegas
 Real Academia de la Historia


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