Bagheria, 1912-Roma, 1987
Renato Guttuso fue uno de los pintores italianos de más reconocido prestigio internacional tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Junto a otros artistas comprometidos políticamente, fundó el Fronte Nuovo delle Arti, que pretendía restituir el arte europeo del siglo XX al lugar que le correspondía y que el fascismo le había negado.
Mostró interés y aptitudes para el dibujo desde muy joven y a partir 1928 frecuentó el taller del pintor futurista Pippo Rizo. En 1930 se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo, pero abandonó sus estudios cuando dos pinturas suyas fueron expuestas en la Prima Quadriennale d’Arte Nazionale de Roma de 1931 y tuvo la oportunidad de ver obras de artistas contemporáneos. Un año más tarde, la Galleria del Milione de Milán expuso su obra y la de otros artistas sicilianos y poco a poco su estilo derivó hacia la pintura metafísica de Carlo Carrá y Giorgio de Chirico. Durante los primeros años de la década de 1930, Guttuso entró en contacto con numerosos artistas como Mirko, Afro y Fontana. Algo después, cuando ya se había establecido en Roma conoció a los miembros fundadores de la asociación de artistas antifascitas CORRENTE, Giacomo Manzù y Aligi Sassu, con los que expuso en 1939. Su repulsa ante la situación política de Europa se dejó sentir en sus obras, como en Fusilamiento en el campo, 1938 (Roma, Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea), dedicada a Federico García Lorca. Guttuso continuaría utilizando el medio pictórico para denunciar y examinar conflictos como el de Corea, Argelia o Vietnam, y su claro posicionamiento político le posibilitó viajar en numerosas ocasiones a países del este de Europa, donde su influencia fue grande. Sin embargo, la obra de Guttuso, en la que pueden verse elementos tomados de Picasso y los expresionistas centroeuropeos, nunca estuvo subordinada a la propaganda.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Guttuso, que desde 1943 había formado parte de la resistencia antifascista, volvió a Italia y se convirtió en una figura central en el renacimiento cultural italiano. Paralelamente su reputación creció por todo el mundo en unos años en que realizó numerosos bodegones, escenas monumentales de historia y homenajes a maestros antiguos como Courbet y Durero, o modernos como Van Gogh y Picasso.
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza